jueves, 3 de enero de 2013

Sobre sociología y literatura (resumen de algunos artículos)

Marco A. Jiménez y Víctor A. Payá (editores). 2011. Sociología y literatura. Imaginar nuestra sociedad. México: Juan Pablos-UNAM.

En "Sociología y literatura: apuntes para el estudiante" (: 15-40), Víctor A. Payá atribuye a la literatura una subversión por su capacidad de proponer mundos posibles que, mediante la subjetividad de los elementos de la ficción (personajes, ambientes, situaciones) y la subjetividad del lector, permiten visualizar la distancia entre lo deseable y lo posible. Las imperfecciones del mundo expuestas en el texto literario. Los mundos posibles son mundos vivibles, pero también, en sociología, la sociedad es una construcción social, un mundo hecho de muchos escenarios posibles. El sociólogo, sin lecturas literarias, carecerá de referentes que ilustren la teoría.
     La literatura resultaría un conjunto de metáforas para el sociólogo; pero la sociología de la literatura no se limita a una lectura exgética que revle los datos de la sociedad en un tiempo y espacio determinado. Más bien, las imágenes y temáticas literarias estimularían la imaginación del sociólogo para aprovecharlos e investigarlos bajo los parámetros de la ciencia social.
      La literatura, entonces, acompañaría la imaginación sociológica como uno de sus mejores aliados.
      A partir de las ideas expuestas en su artículo, el autor incluye lo que llama "Evocaciones sociológicas desde La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo". "La perspectiva violenta de Medellín, Colombia, es profunda y detallada [...]. Premoniciones para el resto de América Latina, para aquellos países que apuestan a las leyes descarnadas del mercado en detrimento de la cultura, de los libros, del deporte; lo que priva es la ley del estatus, que es la de la marca de la prenda de ropa en turno, de la obsesión por los tenis, por el electrodoméstico para la madre, todo esto en un clima de supervivencia, arrebato y muerte. [...] Una Colombia socialmente devastada [...] todos son culpables: se detesta la miseria que representan los pobres, su condición de hilarantes, su impúdica manera de hablar o de seguir engendrando, como se detesta a los gobernantes y clérigos que viven de la corrupción y el atraco..."
 
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Raymundo Mier G. en su artículo "La literatura y los umbrales de la sociología: márgenes de la escritura" (: 61-96) advierte, de inicio, que el acto literario está constituido por el acto de escritura y el de lectura, que tiende a calificarse de "negativo" pues  ahí el lenguaje niega una verdad referencial inmediata. La ficción despliega, en un lenguaje real, la aprehensión de una realidad otra. La literatura  lleva el lenguaje hasta los límites de la inteligibilidad, para exacerbar su potencia comunicativa. Asume las formas de de la causalidad; ilumina lo real a través de los trayectos de la ficción. Es una zona de confluencia entre saberes: sociología, historia, conocimiento de lo psíquico, exploración de la conciencia. El relato, no verdadero, es un recurso simbólico para asumir e inscribir una "ausencia" en la experiencia propia, en la memoria.
       La sociología enfrenta lo literario con ambivalencia: lo reconoce como una trama de actos y procesos que le atañen intrínsecamente, pero fuera de sus registros, conceptualización que interroga incluso los saberes sociológicos. La sociología se ocupó tarde de lo literario. Pretendió construir una teoría de la comprensión de la génesis social de la literatura; del sistema de dependencias de la escritura a procesos sociales. Este vínculo entre literatura y sociedad es un interés de la filosofía de la historia, en el descubrimiento de que la comprensión histórica de la modernidad se refleja en las formas literarias, sus técnicas, sus recursos expresivos, sus procesos materiales y patrones de lectura. Así, por ejemplo, el estudio de la historicidad de la novela ha exigido establecer la relación emtre la tragedia y la historia, la ficción y su lugar en la red de procesos sociales.
     La interrogación sociológica sobre la literatura, concluye el autor, se escapa de sus umbrales disciplinarios.  Incluye el análisis de lo social en el desarrollo de la literatura, su lugar en la cultura, su fuerza de modelación en las formas sociales. El papel del devenir social en la conformación de los géneros, en la relación escritura-autor, en la conformación del acto de lectura y sus consecuencias; la institucionalidad y tensiones discordantes de la regulación colectiva. La sociología aún debe ocuparse de la naturaleza del texto como material: características, dimensiones, accesibilidad, inscripción teleológica en el marco institucional y participación en los regímenes de valor y de intercambio.
 
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Los demas artículos son explicaciones con elementos sociológicos a ciertas formas y corrientes de la literatura. "Las vanguardias artísticas y su visión de la modernidad", de Laura Páez Díaz de León, se ocupa de la creación de la idea social de la modernidad en el XIX, y del surgimiento de las vanguardias del XX como consecuencia de los excesos represores de momentos histórico-sociales, por ejemplo, las guerras mundiales, la hegemonía de los valores e ideales de la burguesía o la servidumbre a la que se someten las instituciones ante el capitalismo. Luis Felipe Estrada, en "Libros de viaje y novelas, construcciones de un país imaginario: México, 1938" (: 197-221) se ocupa de los elementos lingüísticos de los libros "mexicanos" de Graham Greene (Caminos sin ley y El poder y la Gloria). El análisis se centra en el discurso en que se constituyen como testimonio de la experiencia socio-política y económica en un momento histórico determinado de un autor, con base en los planteamientos teóricos de Edward W. Said y Teun A. van Dijk. Los resultados del análisis son sugerentes, sobre todo en sus conclusiones, en las que el autor establece una diferenciación entre la visión del individuo y la del imperio sobre México. Ernesto Rivera se ocupa de cuestiones de género en "Entre lo femenino y lo masculino. La feminización del mundo desde la literatura" (: 223-238); ahí señala lo femenino como una condición que "evoca" a la mujer, en tanto que hay consideraciones sobre ella que la prefiguran como una "finalidad" para el varón; lo que le niega ciertas actitudes, intereses y derechos (como el del placer) y esto, en Madame Bovary, estructura una novela a partir de trasferencias de actitudes entre hombres y mujeres. Yurixhi Quetazalli Rojas Aragón, en "Alicia: análisis sociológico de la fantasía", sostiene que la literatura, como realidad alterna, se construye sobre las bases de la realidad con un propósito satírico y crítico a través de múltiples recursos: ínversión, mediación, sueño, símbolos.  La realidad, como mundo intersubjetivo (socializado), permite establecer los referentes recreados o criticados de la obra literaria, así como los límites de la fantasía y la realidad.